jueves, 4 de septiembre de 2008

cuento con hadas

Año 1480
En un bosque encantado

¿Cómo es un hada? Es un ser fantástico, a veces muy hermosa, suele vestir de ricas sedas, puede adivinar el futuro y viajar a cualquier lugar apartado en un instante. Pasean a veces en corceles alados y no le temen a la oscuridad.

También eran requeridas por reyes de imperios vecinos cada vez que nacía un hijo, para que otorgaran al recién nacido, dones y larga vida.
Miruzi, aunque tiene 200 años, es la más joven. Su virtud es su voz. Dicen que podía arrullar a un ejército entero en tiempos de guerra, era como el tocar de las cuerdas de un arpa y ser escuchada a distancia. Cuando te hablaba podías oírla enseguida de ti, como un susurro, te hacia voltear de prisa cuando realmente estaba a leguas de ahí. Daba a cualquiera su don y a veces de castigo, dejarlo mudo por tiempo indefinido.
Leonor, con un hermoso rostro, era la más bella, sus ojos cambiaban de color a su antojo. Podía dar su belleza, sin dejar de serlo.
Sophie, el hada de la salud y la fuerza, con sus manos tibias podía calmar el dolor y regalarte salud para siempre.
Marie, el hada de la risa, siempre sonreía y por nada se volvía carcajada. Con su encanto contagiaba a todos. Cuentan, que era amiga del viento, a él le contaba sus secretos para que los llevara lejos y guardara en lo más alto de las montañas. Cuando murió, heredó a su mejor amigo su don y éste por doquiera que va, lleva su regalo y al pasar por entre los árboles se puede escuchar la risa del hada, como si habitara en las hojas de los árboles de todo el mundo, esperando al viento para hacerse escuchar.
El hada Catuza, poseedora del don de la bondad. Otorgaba su gracia a cualquiera. Con solo cerrar los ojos y decirlo te volvías bueno, aunque hay personas que en su vida llegan a extraviar su regalo, ella misma ayudaba a recuperarlo.

Todo sucedió en una perezosa tarde de otoño, cuando las hadas parecían estar más aburridas. Entró en el bosque a todo galope un jinete. Caballero de gran valor pues no le temía a los duendes, ni elfos, habitantes del bosque. Llevaba con él un encargo. Se detuvo ante la enorme puerta de la fortaleza. Bajó de su caballo, sus movimientos eran lentos, precisos.
Desde el interior del castillo las hadas percibieron su presencia. Juntas acudieron al portón, al mismo tiempo el jinete dejaba un bulto en el suelo. Igual de un salto subió a su caballo y regresó por el mismo camino, todo en silencio, como si flotara.
Al abrir la vieja puerta de madera, ven el bulto, se acercan, una de ellas lo destapa para ver dentro a un bebé que dormía, y una nota que sólo decía: “Jimena”. De prisa las hadas la llevan dentro. No comprendían nada. Cómo alguien se atreve a abandonar a una niña.
No dejaban de contemplarla ¿De quién sería? ¿Será hija de un noble?
De tanto hablar al mismo tiempo lograron que despertara. Se acercan para verla. Ella las mira una por una y al ver a Catuza soltó el llanto, parecía saber que era la menos hermosa.
Empezaron a correr en todas direcciones, tropezando entre si, preguntándose por qué lloraba ¿Tendrá hambre, sed o frío?
Aun cuando han sido madrinas de cientos de niños, no saben qué hacer. Para calmarla le dan de beber agua, mientras encuentran una nodriza que la amamante.
Hicieron traer a una del pueblo más cercano y entonces volvió la calma. La pequeña parecía sonreír.
El hada Leonor se acerca y comenta: ¡Por todas las hadas! Nunca vi ojos tan oscuros, casi como la noche misma. ¿De qué estirpe es esta niña?
Todas voltean a verse entre si, nadie responde.

Hoy fue un gran día. Se hizo de noche.

Apenas sale el sol y la pequeña despierta, para entonces las cinco hadas ya están a su alrededor y antes que rompa en llanto, la nodriza encargada la lleva con ella para darle de comer.
Las hadas estaban felices con la nueva habitante en el castillo, dentro parecía un festín. Entonces al hada Marie se lo ocurre que deben darle un don, de inmediato estuvieron de acuerdo y la llevan a un gran salón para tan importante suceso.

Seré la primera entonces, dijó Leonor, “Te concedo el don de la belleza. Que seas hermosa, la más de todas.”
Es mi turno expresó el hada Marie, “¡Igual te regalo mi don, que tu risa sea contagiosa y tu sonrisa no fácil de olvidar, así será!”
¡Ahora yo! ­dijó Sophie- Será para ti la mejor salud, desde ahora y para siempre”
La pequeña no entendía nada de lo que sucedía, pero cada vez que se le daba un don, reía.
“Entonces desde ahora hermosa niña –dijo Catuza- “Yo te otorgo la gracia de la bondad y todo lo bueno que de ella resulte. Nobleza eterna en tu corazón”
Cuando bendecían a un crío, era motivo de alegría y en esta ocasión más, pues la pequeña Ximena vino a traerles felicidad.
Por último habló Miruzi, “Ahora encantadora bebé, te obsequio mi voz, vive con ella para siempre. Podrás comunicarte con cualquiera y elevarla para que muchos te escuchen, pero igual hablar quedito. Que sea tu mejor arma de defensa y seducción.
Los días siguientes fueron de júbilo, paseos a caballo por el bosque y visitas al lago que parecían no terminar. Las hadas a veces reñían por querer llevar a la niña en los brazos.
Solo que…Llego el momento en que se dieron cuenta, que no podía permanecer con ellas. Entonces se reunieron para decidir que hacer.
Aunque estaban felices no era posible que se quedara. Habría que enviarla a otro lugar.
¿Qué haremos entonces? –Pregunto Sophie-
Podemos quedarnos con ella, ¿quién ha dicho lo contrario? –Habló llorando el hada Miruzi.
¡Nada de eso! –Protestó Leonor- Sabemos que es en contra de nuestro código ¡Sería como un rapto!
¿Entonces que haremos? –Pregunto Marie- Aquí con nosotras nada le faltaría.
Comprendamos, no puede quedarse –habló de nuevo Leonor

Por ser ella, podemos hacer algo especial –sugirió Catuza- Debemos adelantarla en el tiempo.
¿Cómo en el tiempo? Preguntó Sophie. ¿Te has vuelto loca acaso? Eso es sólo en ocasiones especiales.
Claro por eso lo digo. Merece lo mejor y por su bien digo que debe ser así.

Todas estuvieron de acuerdo, la llevarían entonces al futuro.

¡No podemos dejarla en el futuro, seria abandonarla, es un bebé aún! –Dijo Marie- ¿A qué momento de su vida la llevaremos?
¿Qué os parece año tres mil? Sugirió Catuza.
¡Por todas las hadas es demasiado tiempo! Habló el hada de la Belleza. Quizá año 2007.
Si, suena bien, me gusta! Aceptó Sophie. Las demás estuvieron de acuerdo. ¿Pero qué edad escogeremos para la criatura?
La que sea justo en el momento que lea esta historia.-dijo Leonor-
Buena idea Leonor, que así sea pues. –Dijo sonriendo el hada Miruzi-

Rodearon a la niña. Ella no imaginaba que dejaría ese lugar.

Las hadas unieron sus manos en plegaria y cerraron sus ojos. Empezó a soplar un viento dentro del castillo. La pequeña empezó a quedarse dormida. Todas hablaron al mismo tiempo diciendo sus conjuros mágicos para que se adelantara en el tiempo.
Terminada la oración la nena desaparece, dejando sólo un polvo brillante como de estrellas. Las hadas abren los ojos y ven la cuna vacía.

Año 2009
La pequeña transportada en el tiempo y ahora una mujer, camina por la banqueta, justo antes de cruzar la calle se detiene en un puesto de revistas. Le llama la atención un pequeño libro que por titulo tiene “Cuento con hadas”, lo compra. Caminando lo abre en la primera página y lee:

“Que los dones de las hadas otorgados a ti, sean para siempre”




1 comentario:

"Yo En Resistencia" dijo...

Este cuentito a mi me sigue haciendo soñar...vuelvo a mi infancia, donde jugaba con hadas y brujas malvadas,
gracias colega por tu imaginacion tan abundante...


Un besaso!!!


LIBELULA VIVIENTE